Doña Primavera
El pasado 20 de marzo arrancó la primavera, estación que nos acompañará hasta la entrada del estío el próximo 21 de junio. Las artes han transformado la primavera en una rica alegoría de ideas asociadas que siguen presentes en la actualidad. Muchas de ellas existen desde los mitos clásicos.
La primavera hunde sus raíces en el mito de Perséfone (Proserpina para los romanos) y Hades (Plutón). La primera era una joven de gran belleza hija del mismísimo Zeus y de Deméter, diosa de la agricultura y la fecundidad. Hades, dios del inframundo, se encaprichó de ella y la secuestró para llevársela a los infiernos.
Aunque Bernini (Rapto de Proserpina, 1622), Rubens y otros artistas nos hayan legado obras de arte impresionantes, el mito sigue hablando de un acto de violencia sexual execrable. La madre, por su parte, la buscó sin descanso olvidándose de los campos que dejaron de florecer sumiéndose en un invierno. Zeus intervino pero Hades no iba a entregar tan fácilmente a su presa, así que le ofreció una granada a la joven sin que ésta supiera que se trataba de una fruta mágica que ataría a su reino para siempre a quien la comiese.
Para solucionar el conflicto las partes llegaron a un acuerdo por el que la joven permanecería con su captor durante seis meses (el largo y frio otoño-invierno) y seis meses con su madre (la benigna primavera-verano). Este mito que explica el ciclo de las estaciones habla de la esperanza, del renacer pero también del sufrimiento y de la perdida.
Seguro que han oido eso de “la primavera la sangre altera”. Cuando Bambi encuentra novia la factoría Disney nos muestra el despertar de la primavera y el griterío de los pájaros cantores. Amor y primavera van indisolublemente unidos. Lo hallamos en el divertido y pícaro cartón para tapiz ‘Las floreras’ de Goya o en ‘La primavera’ de Botticelli. En el segundo Venus señorea en su jardín del amor mientras a derecha e izquierda personajes simbólicos refuerzan el mensaje de renovación.
En el cuadro, Flora, la diosa de las flores, es una de las figuras centrales. Ella es una representación de la fertilidad y la renovación, muy similar a Perséfone cuando regresa del inframundo y hace que la tierra florezca nuevamente.
Venus, en el centro del cuadro, simboliza la armonía y el amor, regulando el equilibrio entre las estaciones y las fuerzas naturales, tal como el acuerdo entre los dioses permitió equilibrar el ciclo de las estaciones en el mito de Perséfone.
A la izquierda de Venus, las Tres Gracias representan la belleza, la alegría y la fertilidad, valores asociados a la primavera y al retorno de la vida tras el invierno.
Y luego mi preferido, que es vincular la primavera con el periodo de la juventud. Machado lo dice en su poema la primavera besaba: “¡Juventud nunca vivida, quién te volviera a soñar!”. El poeta usa la primavera para hacer una comparación entre la juventud y vitalidad con la estación del año.
Muchos poemas exhortan al lector a disfrutar de la efímera juventud “antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre” (decía Garcilaso de la Vega en su soneto XXIII). Así que aprovechen el poder regenerador de la primavera y si pueden, enamórense.
Que no les ocurra lo que a las protagonistas de ‘Flor de manzano’ (1859) de John Everett Millais.
Cerramos esta entrada con el poema de Gabriela Mistral donde personifica a la primavera como una mujer con todo el poder creador de vida.
DOÑA PRIMAVERA
Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.
Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.
Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo…
No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?
¿Cómo va a encontralas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?
De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.
Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas…
Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.