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Madrid literario

Madrid  rebosa literatura, poesía y música

por sus cuatro costados, tanto,

que ella misma es un personaje.

Ernest  Hemingway

 

La cita de Hemingway no puede ser más acertada. Por eso desde MIRARTE VIAJAR nos encanta ir a Madrid para encontrar todo ese poso literario. Pero… ¿Por qué escoger Madrid como un destino para hacer un viaje literario? ¿Tiene la capital un peso suficiente en relación con las letras y los libros? La respuesta rotunda es sí.

Por ejemplo, en Madrid se imprimió el segundo libro más leído de la historia después de la Biblia. Efectivamente, estamos hablando de El Quijote. Esta obra universal se imprimió en la imprenta de Juan de la Cuesta en 1605. Por cierto, hoy este lugar -enclavado en la calle Atocha- es la sede de la Sociedad Cervantina. Nuestro escritor más universal, Miguel de Cervantes (1547-1616) nació muy cerca, en Alcalá de Henares, aunque vivió varias temporadas en Madrid, sobre todo en el barrio de las Musas (hoy convertido en el famoso barrio de las letras). Y de hecho está enterrado en Madrid, en el mismo barrio. Concretamente en el Convento de las Trinitarias Descalzas. Fue voluntad de Cervantes enterrarse allí porque fueron estos mismos monjes los que reunieron el dinero para su rescate cuando fue apresado y hecho cautivo en Argel por piratas corsarios. Pese al éxito de su obra el escritor murió pobre.

Sin embargo, hoy Madrid le recuerda en muchos rincones. Seguramente el más conocido es el monumento de la plaza España. Inaugurado en 1929 y con 35 metros de alto, esta escultura es todo un emblema en homenaje al ‘monstruo de la naturaleza’, apodo que le otorgó Lope de Vega. Sedente se encuentra el escritor con un ejemplar del Quijote (dos volúmenes) en sus manos. Aunque lo más llamativo son, sin duda, las dos figuras bajo él con las inconfundibles siluetas de sus personajes más famosos: el ingenioso Hidalgo y su compañero Sancho. Ambos subidos en sus icónicas cabalgaduras. El artista ha decidido elaborarlos en bronce para que el tono negro destaque sobre el fondo blanco. La obra se sufragó con la ayuda de todos los países de habla hispana (una curiosa manera de asegurarse el capital). Una bola del mundo con cinco figuras femeninas que leen El Quijote recuerdan los cinco continentes. Fue Alfonso XIII quien impulsó la obra aunque la conclusión del monumento se dilatará en el tiempo. De hecho en los años 60 aún siguen instalando piezas como los dos conjuntos de Rinconete y cortadillo (izquierda) y La gitanilla (derecha). Otras figuras son Dulcinea del Toboso, la alegoría de la literatura convertida en figura femenina (en la parte trasera del monumento) y rodeada de la alegoría del misticismo y la alegoría al valor militar. El monumento que, por cierto, es una fuente, está declarado Bien de interés cultural.

Pero… ¿tan importante fue la obra de Don Quijote de la Mancha? Los estudiosos están de acuerdo en considerarla la primera novela moderna. Además, posee el honor de ser el libro más editado y traducido de la historia después de los evangelios. La primera parte vio la luz en 1604 y la segunda en 1615, un año antes de morir su autor enfermo de diabetes. La obra es una parodia de los libros de caballería que el propio Cervantes consideraba que hacían un gran daño a los lectores. Entre sus principales temas está la lucha de dos actitudes humanas universales: la subjetividad frente a la objetividad, o dicho de otra manera, el realismo frente al idealismo. Dos modos de ser de los que ningún ser humano se escapa. El príncipe de los ingenios dejó escrito que “Cada uno es artífice de su propia aventura” y nosotros no podemos estar más de acuerdo.

Madrid y el teatro

Seguimos con nuestro recorrido por la estrecha relación entre Madrid y la literatura centrándonos en el teatro. ¿Sabíais que El Español de Madrid es el teatro en activo más antiguo de Europa? Funciona desde 1583, en tiempos de Cervantes. Y en la misma calle se encuentra el teatro de la comedia (iglesia de San Sebastián) que hoy es la cofradía de actores y sede de la compañía nacional de teatro clásico.

En el famoso Siglo de Oro español aparecen, además del propio Cervantes, otros nombres propios como Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Lope de Vega. Todos ellos ligados indisolublemente también al barrio de las letras, llamado barrio de las musas entonces, y que fue epicentro cultural desde este siglo XVI hasta el XIX. Tanto Tirso, como Calderón y Lope vivieron en este barrio durante esos años florencientes. Uno de los que más éxitos obtuvo fue Lope de Vega, apodado el fénix de los ingenios. Obras como Fuenteovejuna o El perro del hortelano forman parte de nuestro acervo cultural. Lope de hecho tiene una Casa Museo en este famoso barrio.

Si seguimos un poco más llegamos ya al siglo XVIII en un Madrid que acaba de salir de su siglo de oro. Aún así hay autores que seguirán escribiendo capítulos sobresalientes para nuestra literatura. Es el caso de Melchor de Jovellanos, José Cadalso o Moratín. En la calle Huertas de Madrid, eje principal del barrio de las letras, podemos leer citas de estos autores y otros. Hay una anécdota del autor de noches lúgubres (Cadalso) que dicen que la policía le detuvo cuando intentaba desenterrar el cadaver de su amante muerta en la iglesia de San Sebastián de Madrid. Templo que por cierto está muy ligada a los escritores, ya que muchos de ellos se han casado allí y allí está enterrado Lope de Vega.

Y así llegamos al fecundo siglo XIX, centuria marcada por varias corrientes como el romanticismo, realismo, naturalismo… Larra, Bécquer o Carolina Coronado estarían ligados a la corriente romántica. Este legado puede verse muy bien en el Museo Nacional del romanticismo que os recomendamos.

El realismo-naturalismo tiene como mejor exponente del grupo al gran Benito Pérez Galdós. Su obra no puede desligarse de la ciudad de Madrid, del que fue auténtico cronista. El cariño de este pueblo era tal que instaron a las autoridades a levantar una escultura que puede contemplarse hoy día en el parque del Retiro de la capital. Pero ya sabemos que esta corriente ha dejado otros nombres que bien pueden ligarse con la ciudad real. Por ejemplo Emilia Pardo Bazán o Cecilia Böhl de Faber. Las tertulias en casa de Emilia Pardo Bazán eran célebres.

Hay dos escenarios muy ligados al siglo XIX en Madrid. El primero se llama cariñosamente la pequeña Holanda y está en el barrio de las letras. Se trata del Ateneo de Madrid. Apodado la pequeña Holanda por ser refugio de las ideas liberales en un siglo tan convulso como el XIX. La programación cultural del Ateneo madrileño es tremendamente rica. Incluso puede presumir de haber acogido conferencias del mismísimo Einstein. El segundo lugar importante ligado a la centuria decimonónica es la casa del coleccionista José Lázaro Galdiano, hoy convertida en museo.  Galdeano era un auténtico devoto de la obra del universal aragonés Francisco de Goya. Su colección es extraordinaria. Esta casa también fue un punto de encuentro para grandes intelectuales y literatos de la época.

Y así andando el camino llegamos hasta el siglo XX. El periodo de 1902 a 1936 se conoce como la Edad de Plata. El barrio de las letras pierde su preponderancia en favor del barrio de Chamberí. Se le conoce como edad de plata porque coinciden tres generaciones absolutamente extraordinarias: la Generación del 98 con Pío Baroja, Unamuno, Valle-Inclán y otros; la generación del 14 con Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez o Ramón Gómez de la Serna, como principales figuras y la generación del 27 donde sobresalen Federico García Lorca, Vicente Alexandre, Gerardo Diego… Además, es el momento, ahora sí, de la edad dorada de los cafés, con sus famosas tertulias en las que participaban escritores, pero también artistas, incluso toreros. El epicentro estaba en los cafés de la Puerta del Sol. Más tarde llegaría en los míticos café, Gijón y el Comercial que hoy siguen abiertos.

Con el estallido de la guerra civil esta efervescencia cultural se detuvo. Sin embargo, aparecieron corresponsables internacionales atraídos por el conflicto de la guerra civil. Es así como llegan a la capital personalidades de la talla de Ernest Hemingway, John Dos Passos o Antoine de Saint Exúpery (autor del Principito). Lanzaban sus crónicas desde el histórico edificio de Telefónica. De todos ellos, el que más ligó su literatura con la capital, fue sin duda Ernest Hemingway, premio Nobel de literatura. La primera vez que pisó la capital fue en 1923. Enamorado de nuestro país dicen que le pirraba el cocido. En varias de sus obras aparecen escenarios y lugares muy reconocidos de la capital. Especialmente interesante es su famosa obra ‘Por quien doblan las campanas’, ambientada precisamente en la capital. No tenía mal paladar, pues su restaurante preferido era el botín.

En Madrid se recuerda también a otro de los grandes. En la plaza Santa Ana se encuentra la famosa escultura dedicada a Federico García Lorca. Durante esos años también acudieron hasta la capital autores latinoamericanos como Rubén Darío, Neruda, Gabriela Mistral, Borges o Benedetti. Y sobre todo el más célebre últimamente por aparecer en las páginas de sociedad: Mario Vargas Llosa.

Después de la guerra hubo una siguiente generación de nombres, algunos de ellos, especialmente florecientes como Camilo José Cela, autor de ‘La Colmena’, Luis Martín Santos autor de ‘Tiempo de silencio’, Rosa Chael, con ‘Barrio de maravillas’ o Rafael Sánchez Ferlosio, autor de ‘El Jarama’. Obras que evidentemente tienen mucho de la capital. Una de las poetas más queridas de su tiempo fue Gloria Fuertes, vecina de Lavapiés. O Francisco Umbral, que amaba tanto a Madrid que la consideraba un género literario en sí misma.

Cerraremos este siglo con uno de los lugares más importantes: la cuesta de Moyano. Enclavada junto al parque del Retiro y el jardín botánico. Es una feria permanente en una vía peatonal que abre todos los días de la semana desde 1925. Si continuamos toda la calle nos toparemos con la escultura de Pío Baroja, vecino del barrio del Retiro, y comprador asiduo del lugar. Es en este popular vial donde se celebra todos los años la feria del libro de Madrid, que es sin ningún género de dudas, la feria literaria más importante de toda España. Podéis visitarla durante dos semanas desde el último viernes del mes de mayo.

El final del siglo XX y las primeras décadas del XXI siguen dando ejemplos de autores que ligan su obra con Madrid. Nombres tan destacados como Arturo Pérez Reverte, autor de ‘El capitán Alatriste’; la escritora Elvira lindo, responsable de ‘Manolito el gafotas’ o la gran Almudena grandes con sus ‘Episodios de una guerra interminable’. Recientemente la estación de Atocha ha sido rebautizada con el nombre de Almudena Grandes, por su contribución a la literatura. ‘Episodios de una guerra interminable’ es, sin duda, su obra más famosa. Se trata de un guiño clarísimo a los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós.

Hay ahora mismo otra generación de escritores y escritoras madrileños que siguen ampliando esta larga lista de maestros. Mas actuales podríamos citar a Andrés Barba, Mercedes Cebrián, Javier Montes o Marta Robles. Marta Robles, periodista y escritora madrileña, es un rostro muy conocido del panorama actual. Entre sus reconocimientos está el galardón Letras del Mediterráneo por su obra, ‘la chica a la que no supiste amar’.

Si estos motivos no fueran pocos para establecer lazos de unión entre Madrid y la literatura nada mejor que visitar algunas de sus bibliotecas más impresionantes. Nosotros nos quedamos con la magnífica biblioteca neogótica del Senado, la Biblioteca Nacional con esa fachada cargada de alegorías y homenajes, la biblioteca modernista del Ateneo de Madrid, la biblioteca Central de la UNED conocida como Escuelas Pías y la biblioteca del Palacio de Liria.

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